5/7/17

EL SABLE DEL OFICIAL

Detalle del sable del Oficial del Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martin".
Me estaba desenganchando el sable, para dejarlo junto a la gorra y los guantes en el guardarropas, cuando el General me preguntó si sabía lo que estaba dejando sobre la mesa. Un tanto sorprendido le contesté que sí, que era el símbolo del mando del oficial.
De acuerdo -me dijo- ¿Pero cuál es su significado intrínseco?
A mi silencio correspondió pidiéndome permiso para tomarlo, dándome entonces la siguiente explicación:
- El pomo del sable significa: La Verdad, donde está acuñado el Escudo Nacional. Aquí, en el guardamanos, están talladas las más caras tradiciones nacionales, simbólicamente figura la efigie de Cuzco, hasta donde llegaron las armas argentinas llevando la libertad. La curvatura es igual a la usada por el Libertador, de origen Morisco, que representa: Equilibrio - Justicia – Paz. Este es Marte, Dios de la Guerra, en el anverso está: La Libertad. La Dragona tiene una cinta con un lazo corredizo, que como Ud. sabe, el oficial ciñe a su muñeca cuando desenvaina el sable. Bueno, si extendemos esa cinta, dentro de ella cabe la cabeza de un hombre. Y aquí en la hoja está grabada la inscripción: “SEAN ETERNOS LOS LAURELES”, que son los propósitos de nuestro Himno Nacional.
Sorprendido por tantas cosas que ahora, ante la explicación tomaban verdadero relieve, el señor General continuó su relato:
-En definitiva, mi joven amigo, el sable sintéticamente significa:
“Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano. Tuya será la victoria y eternos serán los laureles. Pero, piensa que atado a tu muñeca, llevas un juramento prendido que te recuerda:
¡Más vale morir ahorcado que traicionar a la Patria!”

Anecdota del Teniente Coronel Américo Flaiban respecto del General Expedicionario del Desierto Ricardo Anacleto Solá.

Carlos Ravazzani.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario