Durante el tiempo que el general San Martin permaneció en Mendoza,
formando el Ejercito de los Andes que debía dar la libertad a Chile, los
actos de patriotismo llevados a cabo por la benemérita provincia puede
decirse que pasaron los límites de lo posible, dejando un eterno ejemplo
con que se conducen los pueblos en los momentos más solemnes, cuando se
trata de salvar un principio que importa su honor y felicidad.
« Honor eterno a esa provincia inmortal que ha dejado en pos de si, desde la época de la Revolución, una estela de gloria y de civismo, de que con sobrada justicia puede enorgullecerse la República Argentina.»
Como las rentas de la provincia, y agotados todos los recursos de que podía disponer, no eran suficientes para sostener el ejercito que se estaba formando, y otras necesidades apremiantes que era urgente atender, se creyó, por un momento, una ilusión poder conjurar la crisis financiera.
Todos habían dado el contingente de su dinero, de su patriotismo y de su inteligencia; el bello sexo, las matronas en obras de costuras de vestuario para las tropas y otros actos humanitarios, rivalizaban en actividad y celo patriótico, pero faltaba dar aún la última prueba, hacer el último esfuerzo.
En este concepto discurrieron, en secreto, circular de casa en casa una invitación para día fijo. A la hora convenida se reunió una gran comitiva de las de más alta clase, que se dirigió al salón del Cabildo, encabezada por la señora Maria de los Remedios Escalada de San Martin, esposa del general.
Recibidas que fueron en audiencia, la señora que encabezaba la reunión, en pocas palabras, expuso el motivo que las conducía.
Dijo que no les era desconocido el riesgo que amenazaba a los seres mas queridos de su corazón, ni la penuria del tesoro, ni la magnitud de los sacrificios que reclamaba la conservación de la libertad. Que los diamantes y perlas sentarían mal en la angustiosa situación en que se veía la provincia, y peor si por desgracia volvían a arrastrar las cadenas de un nuevo vasallaje, razón por la cual preferían donarlas en aras de la Patria, en el deseo de contribuir al triunfo de la sagrada causa de los argentinos; y, entre los transportes de los mas patrióticos sentimientos, todas se despojaron alii de sus alhajas y presentaron otros muchos objetos de valor, de que se tomó nota individual para dar cuenta a la autoridad.
«Un pueblo que respondía así al llamado del honor y del patriotismo, nunca podía ser esclavo.»
Fuente: Compilación de Anécdotas Militares, Subteniente Juan Carlos Cordoni, Bs. As. 1936.
« Honor eterno a esa provincia inmortal que ha dejado en pos de si, desde la época de la Revolución, una estela de gloria y de civismo, de que con sobrada justicia puede enorgullecerse la República Argentina.»
Como las rentas de la provincia, y agotados todos los recursos de que podía disponer, no eran suficientes para sostener el ejercito que se estaba formando, y otras necesidades apremiantes que era urgente atender, se creyó, por un momento, una ilusión poder conjurar la crisis financiera.
Todos habían dado el contingente de su dinero, de su patriotismo y de su inteligencia; el bello sexo, las matronas en obras de costuras de vestuario para las tropas y otros actos humanitarios, rivalizaban en actividad y celo patriótico, pero faltaba dar aún la última prueba, hacer el último esfuerzo.
En este concepto discurrieron, en secreto, circular de casa en casa una invitación para día fijo. A la hora convenida se reunió una gran comitiva de las de más alta clase, que se dirigió al salón del Cabildo, encabezada por la señora Maria de los Remedios Escalada de San Martin, esposa del general.
Recibidas que fueron en audiencia, la señora que encabezaba la reunión, en pocas palabras, expuso el motivo que las conducía.
Dijo que no les era desconocido el riesgo que amenazaba a los seres mas queridos de su corazón, ni la penuria del tesoro, ni la magnitud de los sacrificios que reclamaba la conservación de la libertad. Que los diamantes y perlas sentarían mal en la angustiosa situación en que se veía la provincia, y peor si por desgracia volvían a arrastrar las cadenas de un nuevo vasallaje, razón por la cual preferían donarlas en aras de la Patria, en el deseo de contribuir al triunfo de la sagrada causa de los argentinos; y, entre los transportes de los mas patrióticos sentimientos, todas se despojaron alii de sus alhajas y presentaron otros muchos objetos de valor, de que se tomó nota individual para dar cuenta a la autoridad.
«Un pueblo que respondía así al llamado del honor y del patriotismo, nunca podía ser esclavo.»
Fuente: Compilación de Anécdotas Militares, Subteniente Juan Carlos Cordoni, Bs. As. 1936.
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