El Ejercito de los Andes necesitaba una bandera. Un dia como hoy, hace 202 años y a pedido del General San Martin, las damas Mendocinas según el relato de una de ellas, doña Laureana Ferrari de Olazabal, quien cuenta en una carta el episodio a su marido, el Coronel Manuel de Olazabal, oficial de la gloriosa expedición Libertadora en la siguiente forma;
“Contesto tu carta del 1º del corriente, que nos ha proporcionado la alegría de saber que estás bueno, así estamos nosotros, gracias a Dios, porque Anita se ha levantado, ya, continuando cada día mejor su salud. Pocas noticias puedo darte, por casa no hay novedad y no hemos salido a causa de la enferma, te diré que el Señor Pedernera está muy bien y hacen cuatro días
se levanta.
Tantas veces he repetido en nuestro hogar los acontecimientos relacionados con la bandera de San Martín, que al principio he creído que tu pedido de que te los relate nuevamente fuera una broma, pues más de una me has dado con este motivo, pero me resuelvo a creer que lo pides seriamente en esto de que manifiestas desearlos para tus memorias de la Guerra de la Independencia.
Empezaré por recordarte aquella comida de Navidad de 1816, rodeaban nuestra mesa San Martín en una cabecera, en la otra mi padre, hacia la derecha de que estábamos Remedios Escalada, Las Heras, Dolorcita Prats de Huisi, Mariano Necochea, yo, tú, Merceditas Álvarez, José Melian y Margarita Corvalán; hacia la derecha de San Martín mi tío, Leonor, Manuel Escalada, Merceditas Zapata, mi hermano Joaquín, Elcira Anzorena, Matías Zapiola, Carmen Zuluaga, Miguel Soler y tu hermana Pepa, al terminar la comida y brindar por los presentes y por nuestra patria, San Martín manifestó deseos de que se confeccionara una bandera para su ejército. Inmediatamente Dolorcita Prats, Margarita Corvalán y Merceditas Álvarez y yo nos comprometimos a proporcionarla gustosas; desde el día siguiente con Dolorcita Prats que estaba parando en casa, nos dedicamos a buscar seda apropiada para la obra, pero desde luego dimos con el inconveniente de no encontrar el color adecuado; en una tienda de la calle Mayor hallamos una seda que mostramos a San Martín pero le pareció demasiado azul, tampoco encontramos seda de bordar color carne, para las manos del escudo, así pasaron los días recorriendo las tiendas de Mendoza sin encontrar ni una ni otra cosa, y San Martín quería que para el día de Reyes, el Ejército tuviera su bandera, por fin llegó el día 30 de tu cumpleaños, la noche antes habíamos convenido con Dolorcitas, Merceditas y Margarita que habían ido a pasar unos días en casa, para bordar el escudo, que la mañana siguiente nos levantaríamos temprano para recorrer nuevamente las tiendas y adquirir el género para la enseña y algún recuerdo para tía, pero llegaron las ocho de la mañana y mis amigas dormían con tanto gusto que daba pena despertarlas, en eso llegó Remedios Escalada a quien impuse de lo que ocurría, de modo que sin esperar más nos salimos a recorrer los comercios; ya desesperábamos de encontrar la tela cuando fuimos a parar a una callejuela que llamaban del Cariño Botado, allí había una tiendita tan pobre que íbamos a pasar de largo en la seguridad de que no tuvieran lo que buscábamos pero salió el tendero y nos ofreció con tanto afán sus mercancías que nos dio lástima y convinimos entrar y comprarle alguna cosa, ¡Cuál no sería nuestra alegría cuando al observar las pocas piezas de tela que había encontramos una justamente, color de cielo como deseaba San Martín, desgraciadamente quedaba muy poca cantidad y no era de seda sino simple sarga pero tan lustrosa que presentaba un bonito aspecto!
Naturalmente la adquirimos enseguida junto con la tela blanca de igual clase o muy parecida y volamos a casa con nuestro hallazgo, participando a nuestras amigas.
Inmediatamente Remedios se puso a coser la bandera, mientras nosotras preparábamos las sedas y demás menesteres para bordar; de los dos de mis abanicos sacamos gran cantidad de lentejuelas de oro, de una roseta de diamantes de mamá sacamos varios de ellos con engarce para adornar el óvalo y el sol del escudo al que pusimos varias perlas del collar de Remedios.
En cuanto estuvo hecha la bandera, dirigidas por Dolorcitas Prats, nos pusimos a bordar; la primer dificultad fue dibujar el óvalo del escudo, no sabíamos como hacerlo, cuando Dolorcitas que para todo tenía ingenio, tomó una bandeja de plata que había en el comedor y pasando un lápiz contra los bordes quedó marcado el óvalo deseado en la bandera, otra idea de
Dolorcitas fue poner en agua hirviendo con legía unas cuantas madejas de seda roja que había para bordar el gorro frigio, de esa manera perdió la seda el color de tal modo, que vino a quedar del rosa más o menos deseado para bordar las manos.
Como recordarán, celebrando tu día hubo invitados en nuestra mesa esa noche y aprovechando la presencia de San Martín le prometimos tener listo el estandarte para el 5 de Enero próximo, y así fue; trabajamos sin darnos punto de reposo y la misma Remedios nos ayudó bordando muchas de las hojas de laurel que rodean el escudo, por fin, a las dos de la mañana del 5 de Enero de 1817, Remedios Escalada de San Martín Dolores Prats de Huisi, Margarita Corvalán, Mercedes Alvarez y yo estábamos arrodilladas ante el crucifijo de nuestro oratorio, dando gracias a Dios por haber terminado nuestra obra y pidiéndole bendijera aquella enseña de nuestra patria, para que siempre la acompañara la victoria; y tu sabes bien que Dios oyó nuestro ruego.
Estos son, pues, todos los acontecimientos que deseas te recuerde y como un detalle te diré que el dibujo de las manos lo hizo en el escudo tu cuñado Miguel Soler y que por mi parte trasnoché tanto que el día me tomó enferma por lo que con gran pena, no pude presenciar la jura, pero de esta ceremonia tú estarás mejor enterado que yo.
Respecto a los datos que se refieren a Dolorcitas Prats te diré que era Chilena, de Valparaíso, había nacido en 1788, su esposo, el Señor Huisi era un rico hacendado de Talcahuano y murió durante la reconquista española de 1814 perdiendo sus bienes casi por completo, de modo que ese mismo año (1814) Dolorcitas llegó a Mendoza, mi padre que había conocido al Señor Huisi, tuvo el mejor gusto en ofrecer nuestra casa a la Señora viuda, lo que ella aceptó con reconocimiento, pasaron los años y más o menos el año 1819 volvió a Chile y no volvimos a saber de ella. Era una señora muy buena moza, muy instruida y bondadosa, su semblante expresaba siempre una profunda tristeza y su corazón no marchaba muy bien, no obstante le gustaba andar a caballo lo que hacía a la perfección.
En la próxima te daré algunos otros detalles que pueden ser de utilidad para tus memorias.
Recibe la bendición de tus hijas y el cariñoso abrazo de tu amante esposa.”
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