"El décimo día de Navidad mi amor sincero me envió
Doce caballeros saltando, once damas danzando,
diez gaiteros tocando, nueve tambores redoblando,
ocho mozas ordeñando, siete cisnes nadando,
seis gansos empollando, cinco anillos de oro,
cuatro pájaros negros, tres gallinas francesas,
dos tórtolas y una perdiz en un peral."
Todos conocen estos versos, pero ¿Por qué deben ser doce días? La respuesta es que según la tradición esa cantidad de días precisaron los Tres Reyes para dar con el paradero del Niño Jesús. Su arribo el duodécimo día dio lugar —muchos siglos después— a la creación de la Fiesta de la Epifanía. Celebrada primero en Francia, en tiempos medievales, luego se difundió por el mundo entero.
Tiempo atrás el tiempo de Navidad duraba mucho más, pero tuvo lugar un movimiento para hacer que los labriegos regresaran a sus labores con mayor premura, y en consecuencia la etapa festiva fue acortada de modo de concluir la Duodécima Noche, el 6 de enero. El lunes inmediatamente posterior a la Epifanía se llamó el Lunes del Arado por ser el momento en que se esperaba a los labriegos de regreso en sus faenas.
Fuente: “Tradiciones de Navidad”, Desmond Morris, Editorial Emecé, Buenos Aires 1993.
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