Iban entre los primeros.
Llevaban la seguridad de la Justicia; el pulso firme y la mirada clara.
Por sus pasos andaban los verdaderos pasos de la Patria.
Llegaron donde muchos, sin poder, quisieron; donde aún no merecimos llegar nosotros.
El día traía un tiempo azul y blanco entre sus horas.
Y era el espacio un solo vértice para clavar -airosa- la bandera.
Iban entre los primeros a inaugurar la Reconquista pendiente y prometida.
Lo que en otros fue sueño; para ellos, era ahora vigilia.
Toda la historia se alzó para mirarlos. La tierra se hizo surco como queriendo recibir los frutos.
El mar –redoble antiguo de tambores de agua- sonaba a marcha victoriosa; retreta de júbilo y de gloria.
Iban entre los primeros porque el auténtico soldado no teme el frente de batalla.
Conocemos poco de ellos, tal vez, lo suficiente.
No escucharon las “voces autorizadas”de quienes dicen que nada vale lo que una vida.
Sabían que la vida sólo merece vivirse al servicio de las mejores
causas; que no hay redención sin sangre, ni Soberanía sin sacrificio.
Nunca se quejaron en diarios extranjeros. Nunca ocuparon sitiales en los recintos de la decadencia pública.
Nunca se negaron a jurar por los Santos Evangelios.
Iban entre los primeros. No hay retaguardia cuando la guerra es guerra por la Patria.
Balas de herejes y usurpadores los mataron.
Fuego que es llama y que llama.
La sangre quiso ser un nuevo río que sólo crucen los valientes.
La muerte salió a buscarlos y los encontró dispuestos.
Se llamaban: Pedro Giachino, Patricio Guanca, Mario Almonacid y Jorge Aguila.
Ya están velando sus puestos cientos y miles de brazos.
Ya están sus guardias cubiertas.
Que el enemigo lo sepa: Hay fusiles con memoria, hay voces que no se
callan, plazas que jamás se rinden, varones que no desertan.
Iban entre los primeros, Señor...
Tú los vistes caer.
Tu Madre les cerró los ojos, sin que los otros ojos lo advirtieran.
¡Señor!: Jefe y Sostén de los Ejércitos.
Dales por Cielo una Isla Argentina, desde la cual, al canto de sus
nombres, se escuche –como en un eco eterno- nuestro incallable coro de
¡PRESENTES!...
Antonio Caponnetto.-
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