VIEJOS HAZMERREÍRES de Les Luthiers
El grupo humorístico musical sigue demostrando su plena vigencia
Pocas veces un recital de música clásica fue tan convocante como el que en agosto de este año brindaron, en el Teatro Colón, Martha Argerich y Daniel Barenboim. Y pocas veces sucede que, apenas un día más tarde, un espectáculo genere tanta expectativa como el que ofrecieron en la misma sala los dos pianistas, pero ahora con el añadido de Les Luthiers. Los comentarios posteriores no fueron sin embargo unánimes: unos celebraron la reunión de grandes, en tanto otros acusaron cierto sinsentido que no dejaba de ser razonable. De Argerich y Barenboim lo que uno espera es una musicalidad exquisita; de Les Luthiers, un dechado de sano humor, de ser posible con cierta dosis de sorpresa. En el caso de un programa que ofrecía dos obras del repertorio académico, como La historia del soldado de Igor Stravinsky y El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns, la necesidad de respetar una partitura dejaba de por sí poco lugar para el lucimiento de los humoristas.
Con estas ideas en mente volvimos a ver poco después a Les Luthiers, pero en este caso en una de sus habituales nuevas antologías, presentada bajo el título de Viejos hazmerreíres. Y por supuesto, allí quedó bien en claro que el verdadero métier de estos indiscutibles genios del humor no tiene que ver con la adecuación -en cierto sentido constreñida- a una partitura seria, por más que en el caso de Saint-Saëns se tratara de una broma musical, sino con la creatividad del grupo como productor de sus propios contenidos. No hizo falta forzar nada para que el público riese a carcajadas con las sutiles insinuaciones y la sana gracia del quinteto, no exenta sin embargo de algunos giros lindantes con la crítica política, planteada sin colores partidarios. Además Les Luthiers juega con las habilidades musicales de sus integrantes, tanto como instrumentistas o como cantantes. Mezclan géneros, ritmos, códigos diversos, y establecen guiños constantes con el público. No son virtuosos, ni necesitan serlo, pero están muy lejos de ser improvisados, y se nota.
Y finalmente están sus instrumentos informales, que son parte de la razón de ser del grupo. Alcanza con presenciar la desopilante Loas al cuarto de baño (obra sanitaria) para descubrir que aquí sigue presente una de las claves fundamentales de este inteligente y creativo humor. El público fiel ya conocía los devenires de Radio Tertulia, las sugerencias de la cumbia epistemológica Dilema de amor, la bossa nova libidinosa Amor a primera vista y la zarzuela náutica Las majas del bergantín. No eran nuevas las intrigas de Quién mató a Tom McCoffee, ni los episodios del abnegado Doctor Schmerz von Utter, narrados en música a través del inefable Johann Sebastian Mastropiero en Pepper Clemens sent the messenger: nevertheless the reverend left the herd. Pero la vigencia de cada una de estas piezas de humor musical sigue intacta y es en ellas donde Les Luthiers brillan, una y otra vez, eternamente jóvenes, como lo demuestran en el fuera de programa (Los jóvenes de hoy en día) Jorge Maronna y Carlos Lopez Puccio, en un desenfrenado cierre en clave de hip-hop. Imperdible. Germán A. Serain
Teatro Gran Rex
Av. Corrientes 857 – Cap.
(011) 4322-8000
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