"Mirando estaba una ardilla a un generoso alazán
que, dócil a espuela y rienda, se adiestraba en galopar.
Viéndole hacer movimientos tan veloces y a compás,
de aquesta suerte le dijo con muy poca cortedad:
-Señor mío: de ese brío, ligereza y destreza,
no me espanto, que otro tanto suelo hacer y acaso más.
Yo soy viva, soy activa: me meneo, me paseo;
yo trabajo, subo y bajo, no me estoy quieta jamás.
El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal
en los términos siguientes respuesta a la ardilla da:
- Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas,
quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad?
Yo me afano, mas no en vano sé mi oficio; y en servicio
de mi dueño tengo empeño de lucir mi habilidad.
Conque algunos escritores, ardillas también serán,
si en obras frívolas gastan todo el calor natural."
Tomás de IriarteCarlos Ravazzani.-
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