El 27 de febrero de 1812, el general Belgrano inauguraba en Rosario las
baterías Libertad e Independencia. En esa oportunidad, mandó enarbolar
una bandera celeste y blanca, “conforme a los colores de la escarapela
nacional”. Sobre las barrancas del Paraná, el pueblo rosarino se
aglomeró para contemplar la formación de la división
de las tropas porteñas y fue privilegiado espectador del momento en que
el general Manuel Belgrano recorría la línea a caballo, saludaba con su
espada, se detuvo y exclamó “Soldados de la patria: aquí hemos tenido
la gloria de vestir la escarapela; allí – señalando la batería
Independencia – nuestras armas aumentarán sus glorias; juremos vencer a
nuestros enemigos, y la América del Sur será el templo de la
independencia y de la libertad.” Los soldados contestaron con un
prolongado ¡viva! y dirigiéndose a un oficial que estaba a la cabeza de
un piquete, le dijo: “Señor capitán y tropa destinada por primera vez a
la Batería Independencia, posesionaos de ella y cumplid el juramento que
acabáis de hacer”. Eran las seis y media de la tarde. Con una salva,
ambas baterías saludaron el ascenso de la bandera azul y blanca, reflejo
del cielo de la patria.
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